Deportes

A imitarlos

por Sebastián Arana

Estaba dentro de las posibilidades. Argentina podía llegar a sufrir el poderío físico de una de las grandes potencias. Lo había disimulado con una formidable producción ofensiva con Serbia y con un planteo táctico perfecto frente a Francia. Pero esta vez falló demasiados tiros y fue España el que impuso su plan de juego. El triunfo ibérico 47-27 en la lucha por el rebote salta a la vista. En el momento menos oportuno, cuando todo un país se había dejado dominar por la ilusión.

La sensación de amargura, no obstante, durará muy poco. El recuerdo de este Mundial será maravilloso para Argentina. En China la Selección jugó un básquetbol de alto vuelo, volvió a meterse en un primerísimo primer plano y ratificó la valía de su recambio. Hay calidad para competir de igual a igual durante varios años más. Y, lo mejor, hay una forma, un estilo -el gran legado de la Generación Dorada-, que no se negocia y los hace mejores.

Hay otra cosa muy buena. La formidable repercusión que generaron en el país las proezas sucesivas del equipo. Por unos días, todo el mundo habló de básquet. Como en 2002 y 2004, los años más felices de la Generación Dorada.

Patricio Garino y Luca Vildoza pusieron muy arriba el prestigio de Mar del Plata como plaza basquetbolística.

Ellos dos representan lo mejor de nuestra propia Generación Dorada, la marplatense. En la que deberían incluirse Marcos Mata (hubiera estado si no decidía bajarse por los problemas físicos que sufrió en el final de la temporada de Liga Nacional) y Selem Safar.

Hay un dato revelador. Entre 1941, año de fundación de la Asociación Marplatense, y 2010, sólo Eduardo Dominé, exponente genuino del básquetbol de esta ciudad más allá de haber nacido en Arrecifes, había jugado un Mundial, Toronto 1994.

De 2010 a la fecha, Mata jugó los Mundiales Turquía 2010 y España 2014 y los Juegos Olímpicos Londres 2012; Safar estuvo en España 2014; Garino lo hizo en los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016 y en este Mundial; y Vildoza engrosó la lista con su participación en China. Y si se considera a los jugadores con muchos años de formación en esta ciudad la nómina se agranda con Campazzo, presente en todos los torneos importantes desde 2012, Luis Cequeira (Mundial de Turquía 2010) y Tayavek Gallizi (España 2014 y China 2019).

El fenómeno tiene, por supuesto, una explicación multicausal. El talento que viene de la cuna, la número uno.

Pero también entrenadores que contuvieron y pusieron adecuadas guías iniciales. Y una competencia provincial, nacida al influjo de la Liga, que aporta una medida estimulante para los chicos y trasciende un torneo local con pocos participantes.

También, ¿por qué no?, el deseo de emulación. Todos estos chicos crecieron viendo las hazañas de Ginóbili, Nocioni, Scola y compañía. Todos quisieron emularlos.

Así como habrá miles que desde mañana querrán ser pequeños Scola, Campazzo, Vildoza, Garino, Laprovíttola y Deck. Y eso, más allá del resultado mismo, es lo mejor que deja China 2019.

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